Arder

Quema. Quemada. Quémalo ya.
Un cuerpo es combinación de incendios y entrañas,
De chispas fértiles que inician universos constantemente,
Contenedor de preguntas y sílabas ardientes aún sin pronunciar,
Y qué más da? Quema, quemada. Quémalo ya.

Manojo de huesos distribuidos entre las risas prometidas y el carbón,
Ventana anatómica hacia la escasa certidumbre del estar,
Un ramo de pliegues encendidos que conjuran las ganas de seguir.
Silencio que ama y quema.
En las llamas se aleja lo que va a extinguirse por si solo.
Y lo que tenga que partir, que lo haga sin piedad.

Lo que queda es lo que ves: residuo, cenizas, alboroto.
Una fiesta de partículas que emiten el amor incandescente.
Un conjunto de moléculas que brillan sin cesar para dar paso a lo real.
Después del fuego, la idea, el vacío, el éter, la quintaesencia.
Agente inflamable de la transformación.
Redimirse en lo fatuo de la calma del proceder puro y sin tacha.
Que arda lo que tenga que arder. Ya nada queda por salvar.

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