«Mira cómo Arde»

El teatro ( o el “hecho” escénico) una vez explosiona ante el público, deja siempre un impacto en quienes lo han detonado, que necesita ser asimilado. Como el golpe grave de lo efímero. Como si lo fugaz, esa capacidad de diluirse en el tiempo, lo volviera aún más rotundo.

La “epicidad” de los procesos de creación, esos que implican la inversión de tiempo, de concentración, de presencia, de organización, se va alejando. Suponemos como creadoras, que quedarán grabados en alguna capa de la experiencia vivida.

Intentar agarrar, aunque sea documentando textual o gráficamente el proceso, es como meter la mano en un río. Vamos, que no hay manera de asirlo, y que eso es lo interesante: dejarlo pasar.

Cualquier lenguaje escénico, tal y como lo entiendo y vivo hasta ahora, se compone de un elevado grado de riesgo y de intimidad. Desde la idea germinal, pasando por el proceso creativo y articulador, hasta ese momento de vértigo de la exposición, de la apertura a la mirada testigo, hacen de esta profesión, una labor entre artesanal y kamikaze.

Estoy intentando, pasadas unas horas y unos metros de haberla compartido con el público, entender ese impacto entre la muestra y el “se acabó” del aquí y ahora. Lo percibo como una nave que va tomando distancia, como si la obra se hubiera vuelto una entidad en si misma y al haber nacido, se desplazara autónomamente en el tiempo y el espacio. El reposo necesario entre abrir una herida, exponerla y dejarla curarse.

No sé, que se me ocurren muchas metáforas para intentar explicarlo. Pero quizás no haga falta. Simplemente nadie nos quita lo bailado.

En “Mira cómo Arde”, me encontré una vez más, totalmente inmersa, felizmente inspirada y muy bien acompañada. Me sonrojo de la suerte que tengo con poder convocar y reunir a tremendas personas para mi equipo. La puesta en escena, los personajes que lo habitan, las palabras pronunciadas y las que subyacen al texto, cada gesto, mirada y los paisajes que componen ese universo, siento que nos vinculan y que me representan profundamente.

Ojalá pudiéramos sacar esta obra del aula, que rule, que viva, que siga, que madure.

Gracias! A Sonia Barba, Alicia Hernández, Jorge Albuerne, David Franch, Marta Gálvez, Mónica de la Paz, Josep Carreras, Laurent Perrot, Cecilia Molano, Ramón Simó, Joan Alavedra, Joana Palacios, Charity Blansit, Ayelen Cantini, Anna McNeil.

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