Él, es portador de un sueño quebradizo,
es dueño de un andar roto y estridente,
bajo las coordenadas de ser el que habita
el hueco de una ventana que mira a todas partes.
Su cuerpo es todo cara, ojos inconmensurables,
su gesto es una fuente a borbotones, impertérrito,
de donde nacen el humor y la tristeza como siamesas.
Una risa que sale sin permiso, carcajada delincuenta,
que espera su turno para caer rodando
en sentido contrario a la fuerza de gravedad.
En el absurdo hilarante, la risa se ve a si misma en el espejo.
Y se descubre desmaquillada, vulgar, sumamente imperfecta y deliciosa.
Él es risa oscura, cínico y comprometido hasta el final.
Como una opción testaruda.
Su casa infinita de rincones que viven, te guiñan,
te dan una palmadita en el hombro,
mientras se te cae la cara cuando descubres que cada ángulo te mira inquisidor y respira.
Todo allí late abriéndose paso a codazo limpio,
se transgrede a sí mismo como si fuera el fin del mundo
y en un instante, se te desaparece como si nada.
Bomba de humo para tu asombro.
Cajas y puertas rompiendo las líneas sin cordura, se expanden ante la ya devastada selva de tu intento de asidero, de tu inútil afán de comprensión.
Y mientras tanto su mirada! otra vez ella que si la enfocas,
te muerde las pupilas.
Geometrías abiertas y seductoras por todas partes.
Orgásmicas fórmulas algebráicas impávidas que te señalan,
con una risita de dolor de fondo.
En un ataque de tos aparece el navío de pesadilla prometedora,
conducido por el capitán loco, ícono de la perdición.
Ha venido, generoso y en son de paz, a ofrecerte el gran concierto macabro,
te regala la música irreverente que no esperabas a punta de cuchillo.
La señora Alfombra, el señor Pared y su amiga Aspiradora,
todos invitados de honor, toman el té, conjurando su necesaria presencia
para comer juntos ese trozo de pastel/maniquí que somos todos.
Hallo!
Un disparate donde la soledad es la protagonista,
donde reinan la inocencia experta y el miedo helado
de un cuerpo sin rostro o una cara sin gesto.
Hallo!
Un lugar donde todo se multiplica,
dos los cuerpos, dos las caras, dos las gabardinas
cuatro de ellos en el reflejo.
En esta ecuación no valen los resultados.
Juega, juega otro poco, juega neuróticamente hasta quedarse sin aliento,
mientras las puertas caminan y él se despeina con el casco puesto.
Camina, camina más, camina lejos y sin rumbo,
mientras una silla lo retiene o el techo se desmorona.
Él saluda, pide auxilio, llama, reclama, susurra,
un hola suspendido en el aire constantemente, en eco.
Hola, hola! hola? es a todos y a ninguno.
Se arma entonces un refugio con sus dientes y dos maderas,
en donde todo tiene sentido.
Allí desolado y abierto,
te muestra las magias más increíbles y jamás vistas:
cortar el dedo, sacar la lengua, desaparecer orejas.
Todo empieza con un hola, pasa un universo entero frente a ti,
y sus ojos gigantes se desbordan en un adiós chiquito pero definitivo.
Natalia Barraza – de la serie » Lo que queda» – 2017
*** Inspirado en el espectáculo «Hallo» de la compañía Zimmermann, programado en el Mercat de les Flors 2017
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